Reto literario: Ejercicios de estilo
En el año 1947 el
autor francés Raymond Queneau publicó uno de sus libros más populares: Exercises de style.
Partiendo de una
brevísima historia de trece líneas vuelve a contar ésta 99 veces de 99 maneras
diferentes. No, no temáis, no vamos a contarla tantas veces. El reto es el
siguiente. Más abajo encontraréis una historia breve, no tanto ni tan buena
como la de Queneau pero sí suficiente para nuestro juego. Una vez que la leáis
tendréis que reescribirla como queráis pero empleando un estilo diferente.
Se puede elegir como
si se tratara de una obra teatral, un texto escrito en presente o en pasado
solamente, como un análisis lógico, como una carta oficial, como si de un sueño
se tratase, en verso alejandrino, todo en interrogativa, como ensayo o texto
filosófico, con barbarismos, una oda, en exclamativa, un sms, un mensaje vía
twitter, un correo electrónico, rap, un fax, en definitiva, todo vale siempre y
cuando sea la misma historia.
La longitud del
texto es indiferente y quien participe, y gane en justa votación, seguro que recibirá alguna sorpresa que ya
iremos pensando. Yo no entro en el juego que ya he escrito el texto primero.
Esta vez, por favor,
poned vuestro nombre de verdad, que no haya ningún “camuflado o camuflada” por
ahí.
La fecha última de
entrega será dos días antes de nuestra próxima tertulia, es decir, el martes
23 de abril.
Los amantes de Arts-Loi
por Javier Alfaya Hurtado
La primera vez que me los encontré fue un día de noviembre típicamente
bruselense. Una lluvia continua y un viento racheado que hacía imposible el uso
de cualquier paraguas obligaba a buscar refugio bajo las cornisas o, como en
nuestro caso, en la estación de metro más cercana, Arts-Loi.
Era una imagen muy cinematográfica. Empapados como estaban se abrazaban y se
besaban suavemente en las escaleras de acceso. Él se situaba unos escalones más
abajo para que sus bocas quedaran a la misma altura. La escena fue muy breve
pero lo suficientemente intensa como para que, mientras bajaba al andén a coger
el siguiente tren, no dejara de pensar en ellos y todo lo que representaban.
Con el paso de tiempo la escena pasó a ocupar
el lugar inconsciente del olvido que todos tenemos. Sin embargo, un día
cualquiera de un mes cualquiera en la típica rutina de volver a casa después
del trabajo los volví a encontrar en la misma postura de la primera vez que los
vi. Él ocupaba la parte baja de la escalera mientras ella le besaba y
acariciaba como sólo dos amantes saben hacerlo; sin prestar atención a lo que
ocurre a su alrededor.
Al principio no les dediqué demasiado tiempo pero posteriormente me dio por
pensar en la situación tan curiosa que se estaba dando. ¿Acaso estaba lloviendo
como para refugiarse en una escalera del metro? ¿Se estaban despidiendo como
hacen las parejas habitualmente? Era evidente que no. Se estaban ocultando. Se
ocultaban de la manera más extraña posible: a la vista de todo el mundo.
A partir de ese momento ya no pude dejar de pensar en ellos. Cada vez que cogía
el metro buscaba en aquella esquina de las escaleras para ver si los
encontraba. Y así era. A la misma hora, a diario, la imagen se repetía de
manera obsesiva. Ellos dos allí abrazados sin inmutarse mientras los
transeúntes pasábamos a su lado observándoles.
Un día, sin embargo, la rutina se rompió. La escalera estaba vacía. Tal vez les
habían descubierto y habían tenido que cambiar de espacio, de estación. O por
el contrario, algo aún peor si cabe: su relación se había formalizado, se había
hecho lícita y todo el encanto secreto de los enamorados había desaparecido de
manera inmediata.
Lo que estaba claro es que la estación de Arts-Loi había regresado a su
normalidad de estación de metro: el gris de las escaleras, las caras
somnolientas por las mañanas y cansadas por la tarde, el olor eléctrico de los
trenes, en definitiva, lo cotidiano.
Aún hoy, varios meses después, cuando bajo por las escaleras de Arts-Loi tengo
la esperanza de volver a verlos, de pensar que aún es posible encontrar islas
de personas que buscan la felicidad en el otro, en su contacto, en sus
caricias.
Estación de metro Arts-Loi. Bruselas 2010.
Los amantes de Arts-Loi
Por
Emilio García Prieto
Informe nº BBX 356
Albert
du Bois, agente municipal nº 1345, informa que el pasado 18 de marzo, durante
su recorrido habitual por el barrio de Arts-Loi, y a las 17.43, le llamó la
atención una pareja que permanecía abrazada en las escaleras del metro. En ese
momento tan solo pensó en un par de enamorados que estuviesen despidiéndose o
simplemente protegiéndose de la lluvia mientras se besaban. Al día siguiente, y
más o menos a la misma hora, al pasar por la entrada del metro se volvió a
encontrar a la misma pareja prácticamente en idéntica posición. Lo extraño, y
lo que motiva este informe, es que se ha vuelto a repetir este hecho todos los
días desde entonces, incluido hoy 31 de marzo.
La
repetición de esta misma escena durante dos semanas, la coincidencia en cuanto
al sitio, hora y posición adoptada por los sujetos resultó cuando menos
sospechosa. Descartada la posibilidad de que se tratase de unos enamorados que
casualmente coinciden a esa hora en ese mismo lugar tantas veces, cabe la duda
de que puedan estar ocultándose de alguien o algo. Asimismo, no parece
verosímil que estuviesen refugiándose de la lluvia pues varios días en que fue
vista la pareja no llovía. Por último, la manera especial que tenían de besarse
y abrazarse, su posición de perfil, resultaba extraña. Es por ello, que se
emite este informe por si se considera necesario llevar a cabo una
investigación.
A
efectos de facilitar el reconocimiento de los sujetos se describen los
elementos, pocos, que se han podido detectar: se trata de la estación de metro
Arts-Loi, salida a la rue de la Loi en la acera de los pares; se sitúan en la
mitad de las escaleras y están siempre abrazados y besándose. Él es más alto
que ella, en torno al metro ochenta, por lo que se coloca un par de escalones
más abajo, para que sus labios coincidan al besarse, es moreno y con poco pelo
y marcadas entradas. Ella, rubia y de estatura mediana, luce una melena que le
cae sobre los hombros y que dificulta la identificación de los rasgos de sus caras. Suelen vestir ropa
informal pero de buena calidad.
Bruselas,
31 de marzo de 2013
Firmado:
Albert du Bois
Informe BBJ 326
Como
consecuencia del informe presentado por el agente du Bois se ha llevado a cabo
una investigación en torno al suceso que denunciaba.
El
inspector de esta comisaría del distrito Arts-Loi, Eugene Delacroix, siguiendo
instrucciones del Comisario se ha personado en la mencionada estación de metro,
a la hora indicada, donde ha podido
comprobar la veracidad de la información suministrada por el agente du Bois a
la vez que, ante lo sospechoso de la situación denunciada,y conforme al
protocolo establecido, ha procedido a interpelar a la mencionada pareja para
que diesen una explicación convincente a su extraño comportamiento.
Llevada
a cabo esa interpelación los hechos se han aclarado: se trata del conocido
artista español, residente en Bruselas, Javier Alfaya y de su compañera
sentimental. La razón de su comportamiento, según se me comunica, es la
preparación de una “performance” que presentará en una próxima exposición en
Madrid, sobre la indiferencia humana ante el amor. Comentaba el artista que,
tras más de dos semanas de permanecer en las escaleras del metro durante más de
una hora, no ha llegado a un diez por ciento el número de las personas que han
dirigido su mirada hacia la pareja. El
Sr. Alfaya nos ha informado que daba por finalizada la experiencia, lo que le
comunico para su conocimiento y efectos oportunos.
Bruselas
3 de abril de 2013
Firmado:
Eugene Delacroix.
Los amantes de Arts-Loi
Por
Isabel Alfaya Hurtado
En la soledad de mis
noventa y siete años,
cuando los grumos de mi
cerebro borran todos los recuerdos,
una emoción inolvidable
se resiste a dejarme.
Tres escalones me
separaban de ti en la estación de Arts-Loi,
sin pensarlo dos veces
me atrevo a besarte.
-No son más que dos
adolescentes enamorados- pensaran los
transeúntes.
Sin embargo el mundo se
paró de repente. Solos tú y yo sin más realidad que
la nuestra.
Cada vez que pasaba por
la estación de Arts-Loi me venía tu recuerdo
Y ahora que me estoy
muriendo el mundo también se para en la emoción de
ese primer beso.
NOTA VERBAL
Nº 1
Por Laura García Alfaya
La Embajada de España en Bruselas saluda
atentamente al Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino de Bélgica,
Departamento de Ósculos y Caricias Callejeras, y ante la reciente desaparición
de una de sus más populares instalaciones, la de las escaleras de acceso de la
estación de metro de Arts-Loi, tiene el honor de solicitar la restitución de la
misma a la mayor brevedad posible.
El citado montaje, que incluía abrazo y beso,
cumplía, al entender de esta Embajada, una función pública fundamental, cual es
la de invitar al transeúnte a la reflexión sobre la relevancia de la búsqueda
de la felicidad en el otro, en su contacto, en sus caricias.
Es por ello que esta Embajada confía en la
pronta restitución de la escena a la que se hace mención en esta nota con la
esperanza de que los ya conocidos como "Amantes de Arts-Loi" continúen procurando a los ciudadanos el
servicio público básico de la evocación del amor.
La Embajada de España aprovecha la ocasión para
reiterar al Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino de Bélgica, Departamento
de Ósculos y Caricias Callejeras, el testimonio de su más alta consideración.
BRUSELAS,
A 23 DE ABRIL DE 2010
MINISTERIO
DE ASUNTOS EXTERIORES
Departamento
de Ósculos y Caricias Callejeras
BRUSELAS
MUSEO DE
SOCIEDADES EXTINGUIDAS
Por Rosa Asenjo
Orive
Doc.
Ref. 00395/2013
Descripción
del documento:
Se
trata de un fragmento de la noticia aparecida en un periódico conocido como Le matin de Bruxelles del año 2013
(unas dos páginas), encontrado en un refugio nuclear situado en lo que fue una
estación de metro denominadaArts-Loi. Debido a su mala conservación, ciertas
partes del papel presentan rotos y la parte final del documento ha
desaparecido. Este hecho no es de extrañar debido a la devastación sufrida en
la zona conocida como “Bélgica” durante la 3ª Guerra Mundial. El texto se ha
traducido del francés, una de las lenguas vernáculas de la zona en ese periodo,
al actual terrañol. Parece estar fechado el 4 de abril de 2013, según el cómputo
centrooccidental no estandarizado.
Los amantes
de Arts-Loi: Caso cerrado [roto]
Un portavoz de la gendarmería de
Bruselas ha ofrecido una rueda de prensa para dar a conocer las últimas
novedades en torno al célebre caso conocido como “Los amantes de Arts-[roto]”, y estas son sorprendentes y
espeluznantes.
Si nuestros lectores recuerdan,
se trataba de una pareja que se dio a conocer por sus apasionados encuentros en
la estación de metro de Arts-Loi durante varios meses del año 2010. Él, Benoît[roto], de 27 años, era [roto]. Ella [roto] emigrante [roto] había encontrado un trabajo a
tiempo parcial en la estación de Art-Loi a finales de 2009. Allí sus caminos se
cruzaron y se entrelazaron para siempre.
Los viajeros que entraban o
salían de la ruidosa estación a las 17:15 se encontraban con una imagen que
varios de ellos calificaron como de “muy cinematográfica”. Hiciera frío
o calor, lloviera o luciera el sol, se podía ver [roto] y besándose suavemente en
las escaleras de acceso. El se situaba unos escalones [roto]para que sus bocas quedaran a la
misma altura y
se besaban y se acariciaban como solo dos amantes saben hacerlo, sin prestar
atención a lo que ocurre a su alrededor.[roto]
A la misma hora, a diario, la imagen se repetía de manera
obsesiva: ellos dos allí abrazados sin inmutarse mientras los transeúntes
pasaban a su lado observándoles.
Un día de finales de 2010, sin
embargo, esa rutina se rompió abruptamente. Los compañeros de trabajo de
ambos enseguida dieron cuenta de su desaparición a las autoridades, mientras
que los habituales transeúntes de la estación – algunos de los cuales
consideraban [roto], mientras que en opinión de otros se ocultaban de la manera más
extraña posible: a la vista de todo el mundo-, constatando que la
escalera estaba vacía, se preguntaban si les habían descubierto y habían
tenido que cambiar de espacio o si su relación se había formalizado y
todo el encanto de sus encuentros secretos había desaparecido [roto].
Lo que estaba claro es que la estación de Arts-Loi había regresado
a su normalidad de estación de metro: el gris de las escaleras, [roto]por las mañanas y cansadas por la tarde,
el olor eléctrico de los trenes, en definitiva, lo cotidiano.
Varios meses después, algunos viajeros aún
recordaban a esa pareja, como es el caso de esta persona, identificada con las
siglas JAH: “Cuando bajo por [roto], tengo la esperanza de volver a verlos, de
pensar que aún es posible encontrar islas de personas que buscan la felicidad
en el otro, [roto]”.
Sin embargo, estos amantes
habrían quedado en el olvido o envueltos en las brumas del misterio si no
hubiera sido por un macabro descubrimiento que ha tenido lugar en Madrid,
España, hace [roto]. Entre las pertenencias de un conocido delincuente se ha encontrado
una maleta cuya desaparición había sido denunciada a la policía madrileña. El
propietario, que se encuentra [roto], había puesto también varios anuncios
ofreciendo un rescate por la devolución de la maleta que, según indicaba,
contenía material fotográfico. Pues bien, entre dicho material parece que se
encuentran instantáneas de nuestros amantes que [roto]
Hasta aquí el fragmento de la noticia. Hasta ahora no
se ha hallado otra fuente que permita cotejar su veracidad o completar los
acontecimientos. Ver la sección de “Historia de extinguidas” para conocer más
sobre el contexto histórico y la ciudad de Bruselas en el siglo XXI.
Los
amantes de Arts-Loi, desde el punto de vista de uno de los amantes.
por
Ángeles Cárdaba
Me esforcé en salir, en superarlo. La idea de mi madre de
ingresar en una clínica, las terapias, los paseos y el yoga me ayudaron a vivir
sin él, pero no a olvidarlo. Ahora lo sé.
Cambié
de trabajo, de ciudad, de país y cuando parecía que volvía a ser protagonista
de mi vida, ésta me llevó de nuevo a él.
Subíamos
unas escaleras del metro en Arts-Loi hacia la línea 2. Era un día de noviembre
típico bruselense, con lluvia y un viento racheado que hace imposible el uso de
paraguas. Él pasaba junto a las taquillas, en dirección opuesta a la nuestra.
Me
entró pánico y sólo supe reaccionar escondiéndome en un inesperado beso
apasionado con mi acompañante, sorpresivo para ambos, pero que me permitió,
mientras besaba, volver a contemplar esos otros labios, que incluso al final de
nuestra historia, siempre respondieron a mis besos.
Él
bajo las escaleras hacia el andén y nos miró fijamente. Sus ojos azules, de ese
azul intenso, que tantos celos me regalaron, seguían siendo el epicentro de su
atractivo. No me reconoció, pero sé que le gustó lo que vio.
Mi
habitual rutina no logró fagocitar la escena del encuentro que pasó a ser una
constante en el lugar más presente de mi consciente. Ansiaba volver a Arts-Loi,
jugaba a imaginar que le volvía a ver, que nos volvíamos a encontrar, que me
volvía a amar.
Ideé
un plan. Volví a verlo.
Quizá
estaba trabajando en alguna de las mil comisiones del gentil monstruo que es
Bruselas, quizá su microempresa de servicios hubiera dejado de ser micro,
quizá… Estas y otras conjeturas iba haciendo en las escaleras de Arts-Loi
mientras a la misma hora, a diario, besaba y acariciaba a mi pareja. Ella,
emocionada y cómplice sin saberlo, sólo conocía que por la línea 6 íbamos a una
pequeña sala de teatro, cerca del Botánico. La excusa era un ciclo de teatro
para mujeres que localicé en la sección de cultura de Le Soir.
Un
día, sin embargo, la rutina se rompió. El ciclo del teatro acabó y no encontré
argumentos para que Irene me siguiera compañando. Ella nunca encontró la magia
en el juego de las cinco de la tarde en las escaleras de la estación Arts-Loi.
Fui
solo. Había tomado la decisión de hablarle, de contarle, de decirle, pero él,
él pasó a mi lado y quizá buscando algo, sus ojos azules recorrieron todos los
rincones sin pararse en mí. Tampoco me reconoció cuando antes de doblar la
esquina, se volvió a mirar atrás.
Ahora
estoy mejor. Las terapias, los paseos y el yoga me ayudan.
Esta
tarde he regresado a Arts-Loi y le he vuelto a ver. No parece muy feliz, está
como esperando algo, pero casi estoy convencido de que no tiene que ver con
contacto o mis caricias…