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viernes, 26 de abril de 2013

Reto Literario 2 para un 23 de abril: Ejercicios de Estilo



Reto literario: Ejercicios de estilo

 

En el año 1947 el autor francés Raymond Queneau publicó uno de sus libros más populares: Exercises de style.

 

Partiendo de una brevísima historia de trece líneas vuelve a contar ésta 99 veces de 99 maneras diferentes. No, no temáis, no vamos a contarla tantas veces. El reto es el siguiente. Más abajo encontraréis una historia breve, no tanto ni tan buena como la de Queneau pero sí suficiente para nuestro juego. Una vez que la leáis tendréis que reescribirla como queráis pero empleando un estilo diferente.

 

Se puede elegir como si se tratara de una obra teatral, un texto escrito en presente o en pasado solamente, como un análisis lógico, como una carta oficial, como si de un sueño se tratase, en verso alejandrino, todo en interrogativa, como ensayo o texto filosófico, con barbarismos, una oda, en exclamativa, un sms, un mensaje vía twitter, un correo electrónico, rap, un fax, en definitiva, todo vale siempre y cuando sea la misma historia.

 

La longitud del texto es indiferente y quien participe, y gane en justa votación,  seguro que recibirá alguna sorpresa que ya iremos pensando. Yo no entro en el juego que ya he escrito el texto primero.

 

Esta vez, por favor, poned vuestro nombre de verdad, que no haya ningún “camuflado o camuflada” por ahí.

 

La fecha última de entrega será dos días antes de nuestra próxima tertulia, es decir, el martes 23 de abril.

 

 

Los amantes de Arts-Loi

por Javier Alfaya Hurtado


La primera vez que me los encontré fue un día de noviembre típicamente bruselense. Una lluvia continua y un viento racheado que hacía imposible el uso de cualquier paraguas obligaba a buscar refugio bajo las cornisas o, como en nuestro caso, en la estación de metro más cercana, Arts-Loi.


Era una imagen muy cinematográfica. Empapados como estaban se abrazaban y se besaban suavemente en las escaleras de acceso. Él se situaba unos escalones más abajo para que sus bocas quedaran a la misma altura. La escena fue muy breve pero lo suficientemente intensa como para que, mientras bajaba al andén a coger el siguiente tren, no dejara de pensar en ellos y todo lo que representaban.




Con el paso de tiempo la escena pasó a ocupar el lugar inconsciente del olvido que todos tenemos. Sin embargo, un día cualquiera de un mes cualquiera en la típica rutina de volver a casa después del trabajo los volví a encontrar en la misma postura de la primera vez que los vi. Él ocupaba la parte baja de la escalera mientras ella le besaba y acariciaba como sólo dos amantes saben hacerlo; sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor.


Al principio no les dediqué demasiado tiempo pero posteriormente me dio por pensar en la situación tan curiosa que se estaba dando. ¿Acaso estaba lloviendo como para refugiarse en una escalera del metro? ¿Se estaban despidiendo como hacen las parejas habitualmente? Era evidente que no. Se estaban ocultando. Se ocultaban de la manera más extraña posible: a la vista de todo el mundo.


A partir de ese momento ya no pude dejar de pensar en ellos. Cada vez que cogía el metro buscaba en aquella esquina de las escaleras para ver si los encontraba. Y así era. A la misma hora, a diario, la imagen se repetía de manera obsesiva. Ellos dos allí abrazados sin inmutarse mientras los transeúntes pasábamos a su lado observándoles.


Un día, sin embargo, la rutina se rompió. La escalera estaba vacía. Tal vez les habían descubierto y habían tenido que cambiar de espacio, de estación. O por el contrario, algo aún peor si cabe: su relación se había formalizado, se había hecho lícita y todo el encanto secreto de los enamorados había desaparecido de manera inmediata.


Lo que estaba claro es que la estación de Arts-Loi había regresado a su normalidad de estación de metro: el gris de las escaleras, las caras somnolientas por las mañanas y cansadas por la tarde, el olor eléctrico de los trenes, en definitiva, lo cotidiano.


Aún hoy, varios meses después, cuando bajo por las escaleras de Arts-Loi tengo la esperanza de volver a verlos, de pensar que aún es posible encontrar islas de personas que buscan la felicidad en el otro, en su contacto, en sus caricias.

Estación de metro Arts-Loi. Bruselas 2010.
 

Los amantes de Arts-Loi
Por Emilio García Prieto
 
Informe nº BBX 356
Albert du Bois, agente municipal nº 1345, informa que el pasado 18 de marzo, durante su recorrido habitual por el barrio de Arts-Loi, y a las 17.43, le llamó la atención una pareja que permanecía abrazada en las escaleras del metro. En ese momento tan solo pensó en un par de enamorados que estuviesen despidiéndose o simplemente protegiéndose de la lluvia mientras se besaban. Al día siguiente, y más o menos a la misma hora, al pasar por la entrada del metro se volvió a encontrar a la misma pareja prácticamente en idéntica posición. Lo extraño, y lo que motiva este informe, es que se ha vuelto a repetir este hecho todos los días desde entonces, incluido hoy 31 de marzo.
La repetición de esta misma escena durante dos semanas, la coincidencia en cuanto al sitio, hora y posición adoptada por los sujetos resultó cuando menos sospechosa. Descartada la posibilidad de que se tratase de unos enamorados que casualmente coinciden a esa hora en ese mismo lugar tantas veces, cabe la duda de que puedan estar ocultándose de alguien o algo. Asimismo, no parece verosímil que estuviesen refugiándose de la lluvia pues varios días en que fue vista la pareja no llovía. Por último, la manera especial que tenían de besarse y abrazarse, su posición de perfil, resultaba extraña. Es por ello, que se emite este informe por si se considera necesario llevar a cabo una investigación.
A efectos de facilitar el reconocimiento de los sujetos se describen los elementos, pocos, que se han podido detectar: se trata de la estación de metro Arts-Loi, salida a la rue de la Loi en la acera de los pares; se sitúan en la mitad de las escaleras y están siempre abrazados y besándose. Él es más alto que ella, en torno al metro ochenta, por lo que se coloca un par de escalones más abajo, para que sus labios coincidan al besarse, es moreno y con poco pelo y marcadas entradas. Ella, rubia y de estatura mediana, luce una melena que le cae sobre los hombros y que dificulta la identificación de  los rasgos de sus caras. Suelen vestir ropa informal pero de buena calidad.
Bruselas, 31 de marzo de 2013
Firmado: Albert du Bois
 
Informe BBJ 326
Como consecuencia del informe presentado por el agente du Bois se ha llevado a cabo una investigación en torno al suceso que denunciaba.
El inspector de esta comisaría del distrito Arts-Loi, Eugene Delacroix, siguiendo instrucciones del Comisario se ha personado en la mencionada estación de metro, a la hora indicada,  donde ha podido comprobar la veracidad de la información suministrada por el agente du Bois a la vez que, ante lo sospechoso de la situación denunciada,y conforme al protocolo establecido, ha procedido a interpelar a la mencionada pareja para que diesen una explicación convincente a su extraño comportamiento.
Llevada a cabo esa interpelación los hechos se han aclarado: se trata del conocido artista español, residente en Bruselas, Javier Alfaya y de su compañera sentimental. La razón de su comportamiento, según se me comunica, es la preparación de una “performance” que presentará en una próxima exposición en Madrid, sobre la indiferencia humana ante el amor. Comentaba el artista que, tras más de dos semanas de permanecer en las escaleras del metro durante más de una hora, no ha llegado a un diez por ciento el número de las personas que han dirigido su mirada hacia la pareja.  El Sr. Alfaya nos ha informado que daba por finalizada la experiencia, lo que le comunico para su conocimiento y efectos oportunos.
Bruselas 3 de abril de 2013
Firmado: Eugene Delacroix.
 
Los amantes de Arts-Loi
Por Isabel Alfaya Hurtado
 
En la soledad de mis noventa y siete años,
cuando los grumos de mi cerebro borran todos los recuerdos,
una emoción inolvidable se resiste a dejarme.
Tres escalones me separaban de ti en la estación de Arts-Loi,
sin pensarlo dos veces me atrevo a besarte.
-No son más que dos adolescentes enamorados-  pensaran los transeúntes.
Sin embargo el mundo se paró de repente. Solos tú y yo sin más realidad que
la nuestra.
Cada vez que pasaba por la estación de Arts-Loi me venía tu recuerdo
Y ahora que me estoy muriendo el mundo también se para en la emoción de
ese primer beso.
 
 
NOTA VERBAL
Nº 1
 
Por Laura García Alfaya
 
 
La Embajada de España en Bruselas saluda atentamente al Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino de Bélgica, Departamento de Ósculos y Caricias Callejeras, y ante la reciente desaparición de una de sus más populares instalaciones, la de las escaleras de acceso de la estación de metro de Arts-Loi, tiene el honor de solicitar la restitución de la misma a la mayor brevedad posible.
 
El citado montaje, que incluía abrazo y beso, cumplía, al entender de esta Embajada, una función pública fundamental, cual es la de invitar al transeúnte a la reflexión sobre la relevancia de la búsqueda de la felicidad en el otro, en su contacto, en sus caricias.
 
Es por ello que esta Embajada confía en la pronta restitución de la escena a la que se hace mención en esta nota con la esperanza de que los ya conocidos como "Amantes de Arts-Loi" continúen procurando a los ciudadanos el servicio público básico de la evocación del amor.
 
La Embajada de España aprovecha la ocasión para reiterar al Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino de Bélgica, Departamento de Ósculos y Caricias Callejeras, el testimonio de su más alta consideración.
 
                                              
                                               BRUSELAS, A 23 DE ABRIL DE 2010
 
 
 
            MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES
            Departamento de Ósculos y Caricias Callejeras
            BRUSELAS

 
 
MUSEO DE SOCIEDADES EXTINGUIDAS
Por Rosa Asenjo Orive
 
Doc. Ref. 00395/2013
Descripción del documento:
Se trata de un fragmento de la noticia aparecida en un periódico conocido como Le matin de Bruxelles del año 2013 (unas dos páginas), encontrado en un refugio nuclear situado en lo que fue una estación de metro denominadaArts-Loi. Debido a su mala conservación, ciertas partes del papel presentan rotos y la parte final del documento ha desaparecido. Este hecho no es de extrañar debido a la devastación sufrida en la zona conocida como “Bélgica” durante la 3ª Guerra Mundial. El texto se ha traducido del francés, una de las lenguas vernáculas de la zona en ese periodo, al actual terrañol. Parece estar fechado el 4 de abril de 2013, según el cómputo centrooccidental no estandarizado.
 
 
Los amantes de Arts-Loi: Caso cerrado [roto]
 


Un portavoz de la gendarmería de Bruselas ha ofrecido una rueda de prensa para dar a conocer las últimas novedades en torno al célebre caso conocido como “Los amantes de Arts-[roto]”, y estas son sorprendentes y espeluznantes.
Si nuestros lectores recuerdan, se trataba de una pareja que se dio a conocer por sus apasionados encuentros en la estación de metro de Arts-Loi durante varios meses del año 2010. Él, Benoît[roto], de 27 años, era [roto]. Ella [roto] emigrante [roto] había encontrado un trabajo a tiempo parcial en la estación de Art-Loi a finales de 2009. Allí sus caminos se cruzaron y se entrelazaron para siempre.
Los viajeros que entraban o salían de la ruidosa estación a las 17:15 se encontraban con una imagen que varios de ellos calificaron como de “muy cinematográfica”. Hiciera frío o calor, lloviera o luciera el sol, se podía ver [roto] y besándose suavemente en las escaleras de acceso. El se situaba unos escalones  [roto]para que sus bocas quedaran a la misma altura y se besaban y se acariciaban como solo dos amantes saben hacerlo, sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor.[roto]
A la misma hora, a diario, la imagen se repetía de manera obsesiva: ellos dos allí abrazados sin inmutarse mientras los transeúntes pasaban a su lado observándoles.
Un día de finales de 2010, sin embargo, esa rutina se rompió abruptamente. Los compañeros de trabajo de ambos enseguida dieron cuenta de su desaparición a las autoridades, mientras que los habituales transeúntes de la estación – algunos de los cuales consideraban [roto], mientras que en opinión de otros se ocultaban de la manera más extraña posible: a la vista de todo el mundo-, constatando que la escalera estaba vacía, se preguntaban si les habían descubierto y habían tenido que cambiar de espacio o si su relación se había formalizado y todo el encanto de sus encuentros secretos había desaparecido [roto].
Lo que estaba claro es que la estación de Arts-Loi había regresado a su normalidad de estación de metro: el gris de las escaleras, [roto]por las mañanas y cansadas por la tarde, el olor eléctrico de los trenes, en definitiva, lo cotidiano.
Varios meses después, algunos viajeros aún recordaban a esa pareja, como es el caso de esta persona, identificada con las siglas JAH: “Cuando bajo por [roto], tengo la esperanza de volver a verlos, de pensar que aún es posible encontrar islas de personas que buscan la felicidad en el otro, [roto]”.
Sin embargo, estos amantes habrían quedado en el olvido o envueltos en las brumas del misterio si no hubiera sido por un macabro descubrimiento que ha tenido lugar en Madrid, España, hace [roto]. Entre las pertenencias de un conocido delincuente se ha encontrado una maleta cuya desaparición había sido denunciada a la policía madrileña. El propietario, que se encuentra [roto], había puesto también varios anuncios ofreciendo un rescate por la devolución de la maleta que, según indicaba, contenía material fotográfico. Pues bien, entre dicho material parece que se encuentran instantáneas de nuestros amantes que [roto]


 

 

Hasta aquí el fragmento de la noticia. Hasta ahora no se ha hallado otra fuente que permita cotejar su veracidad o completar los acontecimientos. Ver la sección de “Historia de extinguidas” para conocer más sobre el contexto histórico y la ciudad de Bruselas en el siglo XXI.


 

Los amantes de Arts-Loi, desde el punto de vista de uno de los amantes.

por Ángeles Cárdaba

 

Me esforcé en salir, en superarlo. La idea de mi madre de ingresar en una clínica, las terapias, los paseos y el yoga me ayudaron a vivir sin él, pero no a olvidarlo. Ahora lo sé.

Cambié de trabajo, de ciudad, de país y cuando parecía que volvía a ser protagonista de mi vida, ésta me llevó de nuevo a él.

Subíamos unas escaleras del metro en Arts-Loi hacia la línea 2. Era un día de noviembre típico bruselense, con lluvia y un viento racheado que hace imposible el uso de paraguas. Él pasaba junto a las taquillas, en dirección opuesta a la nuestra.

Me entró pánico y sólo supe reaccionar escondiéndome en un inesperado beso apasionado con mi acompañante, sorpresivo para ambos, pero que me permitió, mientras besaba, volver a contemplar esos otros labios, que incluso al final de nuestra historia, siempre respondieron a mis besos.

Él bajo las escaleras hacia el andén y nos miró fijamente. Sus ojos azules, de ese azul intenso, que tantos celos me regalaron, seguían siendo el epicentro de su atractivo. No me reconoció, pero sé que le gustó lo que vio.

Mi habitual rutina no logró fagocitar la escena del encuentro que pasó a ser una constante en el lugar más presente de mi consciente. Ansiaba volver a Arts-Loi, jugaba a imaginar que le volvía a ver, que nos volvíamos a encontrar, que me volvía a amar.

Ideé un plan. Volví a verlo.

Quizá estaba trabajando en alguna de las mil comisiones del gentil monstruo que es Bruselas, quizá su microempresa de servicios hubiera dejado de ser micro, quizá… Estas y otras conjeturas iba haciendo en las escaleras de Arts-Loi mientras a la misma hora, a diario, besaba y acariciaba a mi pareja. Ella, emocionada y cómplice sin saberlo, sólo conocía que por la línea 6 íbamos a una pequeña sala de teatro, cerca del Botánico. La excusa era un ciclo de teatro para mujeres que localicé en la sección de cultura de Le Soir.

Un día, sin embargo, la rutina se rompió. El ciclo del teatro acabó y no encontré argumentos para que Irene me siguiera compañando. Ella nunca encontró la magia en el juego de las cinco de la tarde en las escaleras de la estación Arts-Loi.


 

Fui solo. Había tomado la decisión de hablarle, de contarle, de decirle, pero él, él pasó a mi lado y quizá buscando algo, sus ojos azules recorrieron todos los rincones sin pararse en mí. Tampoco me reconoció cuando antes de doblar la esquina, se volvió a mirar atrás.

Ahora estoy mejor. Las terapias, los paseos y el yoga me ayudan.

Esta tarde he regresado a Arts-Loi y le he vuelto a ver. No parece muy feliz, está como esperando algo, pero casi estoy convencido de que no tiene que ver con contacto o mis caricias…

 

 

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